Curso de Instructores del Método Billings

Oración por las familias



del VI Encuentro Mundial de la familia
México 2009


Dios nuestro, Trinidad indivisible,
tú creaste al ser humano “a tu imagen y semejanza”
y lo formaste admirablemente como varón y mujer
para que, unidos y en colaboración recíproca en el amor,
cumplieran tu proyecto
de “ser fecundos y dominar la tierra";
Te pedimos por todas nuestras familias
para que, encontrando en ti
su modelo e inspiración inicial,
que se manifiesta plenamente
en la Sagrada Familia de Nazaret,
puedan vivir los valores humanos y cristianos
que son necesarios para consolidar
y sostener la vivencia del amor
y sean fundamento para una construcción
más humana y cristiana de nuestra sociedad.
Te lo pedimos por intercesión
de María, Nuestra Madre y de San José.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén

2009, Año de oración por la vida


Mensaje de Mons. Juan José Asenjo Pelegrina
Administrador apostólico de Córdoba

Arzobispo Coadjutor de Sevilla


Queridos hermanos y hermanas:
Son muchas las amenazas que se ciernen sobre la vida humana: la plaga del hambre, que padece un tercio de la humanidad; la violencia contra las mujeres, que en muchas ocasiones termina en tragedia; los accidentes de tráfico, consecuencia casi siempre de la irresponsabilidad; la muerte de trabajadores, en muchos casos fruto de un liberalismo económico desbocado; las drogas, que merman la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; y sobre todo, el drama del aborto, que a su gravedad intrínseca, por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación acrítica por una parte de nuestros conciudadanos en nombre del progreso y de la libertad de la mujer. En el último año, la sociedad española se ha sentido conmovida por las noticias de crueles prácticas abortivas y por la magnitud de las cifras, en torno a 110.000 abortos en el año 2007.


Por otra parte, estadísticas fiables nos dicen que va extendiéndose en nuestra sociedad la aceptación social de la eutanasia, al tiempo que se prepara su regulación legal, olvidando que la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, no es propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios. A todo ello se añaden determinadas disposiciones legales, que no respetan la dignidad de la vida naciente, partiendo del falso principio de que todo lo que es científicamente factible es también éticamente lícito. En este caso no se tiene en cuenta que la técnica, cuando reduce el embrión humano a objeto de experimentación, acaba abandonando al débil al arbitrio del más fuerte.


En las últimas décadas ha crecido, gracias a Dios, la conciencia de la dignidad sagrada de la persona humana, pero de modo excesivamente parcial y selectivo. Todos rechazamos la tortura, la pena de muerte y la violencia doméstica. Deploramos las muertes en accidentes laborales y el hambre en el mundo, que en los últimos meses padecen también muchos conciudadanos nuestros, que reclaman nuestra solidaridad. Dios quiera que vaya creciendo también nuestra conciencia de que la vida debe ser promovida, tutelada y defendida en todas sus fases. En este sentido, aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas.


En su primera visita apostólica a España, en noviembre de 1982, Juan Pablo II nos dejó este mensaje, que no ha perdido actualidad: "Quien negara la defensa de la persona humana más inocente y débil, de la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad". Urge, por ello, que los católicos nos sensibilicemos ante este tema verdaderamente trascendental, que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos y que anunciemos a todos el Evangelio de la Vida, de modo que poco a poco se vaya afianzando en nuestra sociedad la cultura de la vida, que debe proteger inexcusablemente a los más débiles e indefensos, la vida humana concebida y no nacida, y también la vida en su ocaso, la de los enfermos y ancianos.


Un modo magnífico de defender el valor sagrado de toda vida es la oración. Por ello, juzgo muy oportuna la iniciativa que la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, contando con la aprobación del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, y previa información a la Asamblea Plenaria, ha puesto en marcha, declarando el año 2009 como Año de Oración por la Vida bajo el lema "Bendito sea el fruto de tu vientre". Responde a la invitación que Juan Pablo II hiciera a toda la Iglesia al encarecer en Evangelium Vitae que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".


Ruego, pues, a los sacerdotes, consagrados, seminaristas, laicos cristianos y miembros de las Hermandades y Cofradías y de los grupos y movimientos apostólicos que secunden esta iniciativa en la celebración de la Eucaristía, en el rezo de la Liturgia de las Horas, en la adoración del Santísimo y en la recitación del Santo Rosario. Para ello, la Subcomisión ha preparado unos materiales que la Delegación Diocesana de Familia y Vida enviará a todas las parroquias e instituciones. Encomiendo de modo especial esta intención a los contemplativos de la Diócesis, pues estoy convencido de que la oración es la fuente de los frutos que permanecen y el manantial que refresca y fecunda todas nuestras iniciativas apostólicas.


Córdoba (España), 15 de febrero de 2009

Sobre la muerte digna


por Rolando B. Montenegro
Jefe del Departamento de Cirugía
de Hospital Municipal de Urgencias de Córdoba

Fuente: Diario La Voz del Interior


Hay algo fuera de toda discusión: Eluana Englaro era un ser vivo que supo adaptarse a una acotada vida de relación después del accidente que la postró a los 21 años. Seguramente, su dependencia a los cuidados en salud fue intensa y extraordinaria en los primeros días de su enfermedad, pero después de 17 años de supervivencia apoyada por una simple y barata alimentación seguía dispuesta a los afectos de quienes querían prodigárselos. Por lo tanto, el denominado encarnizamiento terapéutico no puede ser esgrimido aquí, y si tuvo lugar alguna vez en su evolución, tal vez podría deducirse de un análisis exhaustivo de su historia clínica.

En un mundo predominantemente virtual, se ha instalado, una vez más, el debate sobre la eutanasia. Lo que vino a continuación del resonante caso de la norteamericana Terry Schiavo (murió en 2005, a los 15 días de la supresión nutricional) ha sido una sucesión de pedidos judiciales que no ha terminado y que lleva camino de no terminar jamás. Entre marchas y contramarchas, la parsimonia legislativa ha sido el rasgo distintivo. También la improvisación judicial y política. Hubo tanto de todas esas cosas que se ha llegado con Eluana a una de esas llamativas contradicciones ideológicas de posiciones, si se quiere, antagónicas. El ejecutivo Berlusconi, hasta ahora caracterizado por una política de xenofobia y de racismo, pide por una vida. En tanto que la oposición de centro izquierda, tradicional reclamadora de lo mínimo y elemental que carecen millones de personas en el mundo, divagó en interrumpir la desconexión de la alimentación.

Acaso lo que se pretende lograr con estas decisiones tomadas en situación de desventaja para el enfermo (el paciente no puede asentirla y nadie puede estar en su lugar para decirlo) es una paz que parece un fin en sí misma, pero que concluye a menudo en una lucha en los estrados de la Justicia y, dentro del sistema sanitario, en un campo propicio para el negocio y la proliferación de verdugos asépticos.

Regresión. No es un exceso de pesimismo sino un simple ejercicio de proyectar hacia el futuro pautas de una sociedad en la que parecen haberse aposentado las expresiones más inconcebibles de la regresión humana: despachar de este mundo a un número considerable y arbitrario de estados vegetativos persistentes. Amén de vulnerarse principios básicos para la vida en comunidad, estaremos dejando para siempre esa respetuosa admiración por el que sufre cualquiera sea su condición más o menos saludable.

Necesitamos naciones intelectualmente maduras en estos temas. El derecho a vivir o morir no es una oposición entre laicos y católicos; tampoco es despreciable la actitud de quienes están a favor de desconectar ni caridad la de quienes quieren mantener la vida por medios nada extraordinarios. Sí, que éste es un caso particular que se abrió paso en la sociedad, pero son miles también los pacientes que en el mundo se externan de los hospitales en tales condiciones. Y, a nadie es ajeno de que existe un vacío en el Estado en cuanto a la asistencia y prolongación de los cuidados de estos enfermos con secuelas neurológicas, venido siempre a llenar por la misericordia de equipos de salud dedicados, familiares y amigos.

No es ético privar del mínimo sustento a un ser humano. Asimismo, no podría justificarse a los familiares, aunque lo pidieran por compasión. Y si todavía no hay respuestas a este enigma que la ciencia no puede resolver, pues este enigma persistirá aun con la muerte de Eluana.

Córdoba, 13-2-09

Yo pude despedirme de Juan

Testimonio de una madre que, en lugar de abortar, vivió su embarazo de riesgo.
por María de Bonilla Lodares
(España)
Fuente: Alfa y Omega
29 de enero de 2009

La Fundación Madrina ha sido una de las organizaciones que ha comparecido ante la Subcomisión parlamentaria sobre el aborto. A su puerta, como al resto de organizaciones provida, acuden madres angustiadas que se sienten empujadas al aborto.
Una de ellas ofrece su testimonio:
Los embarazos de mis dos primeros hijos fueron normales. Con el tercero, Juan, todo iba bien hasta la segunda ecografía, en la que le detectaron problemas, que se confirmaron con la prueba
triple Screening. Juan tenía una altísima probabilidad de padecer el síndrome de Edwards o Trisomía 18.
A partir de ese momento, experimenté cómo se me invitaba a lanzarme al abismo. Mientras veía en la ecografía a mi hijo, el ginecólogo me informaba que tenía que hacerme rápidamente la amniocentesis para tomar la decisión de interrumpir con seguridad.
Yo iba tan ilusionada a ver a mi hijo y de repente era tratado como algo peligroso, como un grano que arrancar antes de que siguiera creciendo y fuera peor. Demasiadas veces tuve que oír: «Si todavía estás a tiempo para interrumpir, ¿por qué sigues adelante? »
¿Dueña de mi hijo? Traté de oír en lo más profundo de mi interior y encontré mi respuesta: yo no era dueña de la vida de mi hijo. ¿Quién era yo para decidir cuánto tenía que vivir él? ¿Tenía yo la responsabilidad de ser dueña de los minutos de su vida? Si alguno de mis otros hijos tuviera un accidente grave y me dijeran que le quedaba un año de vida, ¿qué hubiera hecho: interrumpir su vida, o hacer lo posible por hacerle lo más feliz ese año?
Decidí respetar su vida, y a partir de aquel momento comenzó la aceptación incondicional de mi hijo, viniera como viniera, hasta abrazarlo con todo mi ser, mi mente y mi cuerpo. Cuando acudí a la clínica para el triple screening, la enfermera, que no sabía nada, me dio la enhorabuena por mi embarazo y no pude evitar deshacerme en lágrimas. Le expliqué qué me pasaba y ella, muy emocionada, me contó que, 13 años atrás, le había pasado lo mismo, y optó por el aborto. Me contó que, desde entonces, tomaba una severa medicación dentro del tratamiento psiquiátrico que recibía, y que no había día que no le vinieran pensamientos atormentadores. Mi situación me permitió conocer a otras mujeres que vieron rotas sus vidas, porque en un momento dado, ante la indiferencia y la complicidad del mundo, la ola de la soledad las golpeó, empujándolas hacia una única opción. Si no es siempre así es por la presencia de personas e instituciones, como la Fundación Madrina, que se desviven por acompañarlas y les ofrecen alternativas para tener a sus bebés.
Al dar a luz, contemplé, durante la media hora que vivió, cómo Juan era un niño precioso. Tuve la inmensa suerte de abrazar su cuerpo y despedirme de él. Fue una pérdida sosegada.
Gracias a mi decisión, tuve siete meses de embarazo para disfrutar y despedirme de mi hijo. ¡Qué horrible tiene que ser perder a un hijo de forma repentina, sin poder decirle un te quiero, un adiós! El nacimiento de mi hijo está anotado en el Registro Civil. Por no haber vivido 24 horas tras nacer, como indica la ley actual, mi hijo es como si no hubiera existido y aparece como «feto de María de Bonilla». Juan y yo nos abrazamos fuertemente a la vida, y en el momento de la despedida, le di las gracias por haberlo conocido y le pude susurrar un Hasta luego.

Adopción....¿o secuestro?


Fuente:aciprensa.com
enero 2009


Dos abuelos en el Reino Unido de 59 y 46 años respectivamente fueron "informados" de su incapacidad por edad para cuidad a sus dos nietos, un niño de 5 años llamado "Josh" y una niña de cuatro llamada "Chloe"; y por esta razón fueron dados en adopción a una pareja de homosexuales.

Los niños, que inicialmente estaban bajo la custodia de los abuelos mientras su madre luchaba contra su adicción a la heroína, aún no salen de su asombro. En declaraciones a la revista The People, el abuelo, no identificado por la publicación, señala que el día que los trabajadores sociales se llevaron a los pequeños "fue el peor día de mi vida".

"Chloe era pequeña todavía y pese a que le decíamos que la veríamos pronto, no cree que haya comprendido del todo que esa noche no la acostaríamos en su cama. Pero Josh si sabía y estaba llorando. Me agarraba y me decía 'por favor abuelo, no me mandes lejos. Quiero quedarme con mi mamá'".

Hace dos semanas, los abuelos se enteraron de que los pequeños estaban siendo dados en adopción a una pareja de homosexuales.
"Si hubiéramos sabido cómo terminaría todo, que los trabajadores sociales iban a elegir a una pareja sin madre para ellos y que eso debía gustarnos o aceptar la posibilidad de no verlos de nuevo, nunca habríamos dejado de luchar", comentó entristecida la abuela; quien con su esposo fue a los tribunales por este caso 4 veces y debido a algunas amenazas del servicio social y a la falta de dinero tuvieron que dejar las cortes.

La abuela, que tampoco es identificada por The People, señala que sus nietos "eran muy felices aquí. Sabían que eran amados y que estaban seguros". Los niños ahora están con una madre sustituta y están siendo "adaptados" poco a poco a sus nuevos padres homosexuales.

Según The People, los abuelos afirman que los trabajadores sociales los amenazaron con restringirles el acceso a los pequeños si se oponían a la adopción homosexual. La semana pasada se les informó que no verían nunca más a sus nietos porque habían hecho público que los habían sido retirados de su custodia para dárselos a dos homosexuales.